Lo canta Calamaro y lo dice Cristina en "Vicky Cristina Barcelona". Me lo canto y me lo digo mucho últimamente

Sábado, 11 de Octubre de 2008. Del tiempo y el oro.

Soy agotadora. Me agoto a mí misma con este carácter imposible. Ahora entiendo a mi ex-novio cuando me decía que hablar conmigo cuando estaba baja de ánimos (la mayor parte de las veces) acababa dejándolo sin aliento a él. Si en este momento estoy sintiendo yo las pocas ganas de respirar.
Soy incapaz de aceptarme trabajando en un cine porque me parece poco ó demasidado fácil, pero soy incapaz de aceptarme como estudiante porque siento que este mundo me queda demasiado grande. Soy incapaz de aceptar mis tiempos, mis limitaciones. Y, al mismo tiempo, soy yo la que se pone limitaciones constantemente. Soy incapaz de aceptarme como soy (si ni siquiera sé qué es lo que quiero ser). Parece que busco la infelicidad constantemente. Parece que me encanta ser infeliz y vivir dentro de este huracán de sentimientos. Son 2 semanas de subidas y bajadas constantes. Son 2 semanas de emociones sin control, que no sé cómo conducir. Me desbordan y no sé dónde colocarlas. Me doy un tiempo para dejarlas marchar, pero me cansa que sea demasiado tiempo el que tengo que emplear en esperar a que se vayan. Y, además, siempre vuelven. Y vuelta otra vez a darles tiempo, a buscarles un lugar, a intentar dominarlas. Ojalá fuera capaz de agarrarlas y de guardarlas en un saco para que no salieran más. Ojalá supiera verle a todo el lado positivo. Ojalá pudiera reirme de todo. Ojalá pudiera ser feliz con poco, con nada.

La pérdida de tiempo y la de dinero me sacan completamente de mis casillas.Y todo es una pérdida de tiempo, de repente. Hace 2 semanas llegué con el pensamiento positivo de que todo esto era una experiencia nueva, un reto al que quería enfrentarme; aceptando cualquier consecuencia (creo haber aprendido a perder hace bastante tiempo). Hoy me derrumbo. Me frustra que me lleve más tiempo que al vecino llegar a cierto punto. No quiero aceptarme, no quiero darme el tiempo que necesito. Y este ofuscamiento es negativo; sin claridad en mis pensamientos todo se va a agolpar; volveré a ver montañas de problemas ante mí que no sabré resolver.
Todo esto lo sabía antes de empezar. He empezado a escribir para ir tomando nota de todo aquello que no me gusta y que siempre se repite. Y sigo repitiendo y tropezando con las mismas piedras. Y me vuelven a hacer caer. No puede ser. Tengo que buscar alguna forma de controlar todo esto. Aunque ello implique perder tiempo.
Por supuesto, él también es ahora una pérdida de tiempo. Un camino que no va a ningún lugar. Que AHORA me preocupa que no conduzca a ningún sitio. Quizás en algún momento de todo este año y pico he sentido que no me importaba dónde llegara todo esto; a ahogarme en un mar, a otra carretera diferente por la que seguir transitando.
He empezado todo esta historia de nuevo queriendo que mi obsesión muriera. Acabar de una vez por todas con la chiquillada de hace casi 13 años, con la inmadurez de una niña que tenía que aferrarse a un pensamiento para sentirse plena. A él. Y ahora siento que la obsesión es mayor, que esto no acaba de ir a menos. Crece a mi pesar y no quiero dejarme llevar por esta marea. Pero no quiero cortar de raíz porque volveré a pensar que la historia está inacabada. No quiero cortar de raíz porque estoy demasiado enganchada a lo poco que me da. Maldita (o bendita, quizás; lo decidiré algún día) soledad.