Lo canta Calamaro y lo dice Cristina en "Vicky Cristina Barcelona". Me lo canto y me lo digo mucho últimamente

Lunes, 6 de Octubre de 2008. Fechas de caducidad

Segunda semana. Vuelta a colocar y descolocar, a buscar rincones, a empezar y a no acabar. Llevo una semana así. Mejor dicho; llevo toda mi vida así y en parte estoy aquí para tratar de cambiar ese aspecto de mí misma que no soporto.
Ayer volví de Barcelona cargada de cosas que no sé dónde colocar. He sentido una sensación amarguísima al descubrirme deshaciendo las maletas, mientras ya pensaba en el momento de volver a hacerlas. En lugar de reconfortarme la certeza de los 9 meses que componen esta etapa, hoy me ha hecho sentir débil y frustrada el descubrirme escapando continuamente; el saber que todo tiene fecha de caducidad. He sentido la sensación de siempre, la de necesitar agarrarme a algo al notar que me hundo. Y, por supuesto, le he pedido consejo a él. Me dice que sea yo misma y que confíe en mis posibilidades. Y le he hecho ver mi debilidad, al asegurarle que iba a necesitar su apoyo. Aunque no hacía falta que se lo dijera, porque lo sabe perfectamente. Supongo que eso lo hará sentir fuerte y aumentará su autoestima. O puede que lo agobie. A veces me gustaría preguntárselo.
Mi última historia de amor tuvo fecha de caducidad. En Agosto decidimos que en Enero nos separaríamos. Era menos complicado para ambos seguir viviendo en la misma casa, creyendo tal vez que las cosas se arreglarían dándonos un poco de tiempo. Hace 2 años que nos separamos y seguimos manteniendo el contacto. He comprobado un millón de veces que me quiere y que haría lo que fuera por mí. Fue él el que me impidió viajar en coche de Barcelona hasta Galicia, cuando tuve que deshacerme de mi perra. Fue él el que la llevó desde Santander hasta Ferrol para morir, aún habiéndola querido como la quise yo. Fue él el que me compró el ordenador portátil y el que no acepta el dinero hasta que no decida que puedo permitirme devolvérselo. Ha sido él el que me ha llevado hasta Barcelona para recoger todas mis cosas. Siempre es él el que me saca las castañas del fuego.
Recuerdo que en el año 2003, al poco de empezar a salir juntos, cuando yo tenía 20 años y él 27, me dijo en más de una ocasión que preferiría esperar 5 años, a que yo madurara. Han pasado esos 5 años, no sé si he madurado o no lo suficiente, pero ahora soy yo la que no quiere estar con él. La verdad es que no quiero perderlo; muchas veces pienso en la posibilidad de que se case con otra y me duele a horrores. Me encantaría poder pedirle que me esperara hasta que me sintiera preparada, porque sé que es el hombre de mi vida y que nadie me querrá como lo hace él. Pero no puedo. Y tampoco quiero renunciar ahora a mi libertad para pedirle que nos demos otra oportunidad. Y tampoco quiero renunciar a ÉL; a ese otro que me vuelve loca. Que me tiene loca porque es irreal, porque nunca está cuando lo necesito, porque me muero cada vez que me besa, porque es una obsesión, una psicosis que no controlaré jamás... porque lo deseo más que a nadie. Porque me encanta descubrirlo poco a poco. Porque es mi forma de autodestrucción.