Lo canta Calamaro y lo dice Cristina en "Vicky Cristina Barcelona". Me lo canto y me lo digo mucho últimamente

Jueves, 6 de Noviembre de 2008. Donde todo empieza

Me han sobrado 8 meses para decir: “hasta aquí”. La aventura ha acabado nada más empezar. No recuerdo qué día de la semana pasada la ansiedad fue tan incontrolable que me hizo decir en voz alta a mis compañeros de grupo que dejaran de contar conmigo para los trabajos, pero sé que coincidió con un tiempo horroroso. El viernes me marché a Cantabria, junto a mi ex-novio. Conduje bajo una lluvia incesante, una noche cerrada y un frío que me helaba los pies. Llegué agotadísima de tanto llanto, tanta vuelta en la cama, tanto sentimiento de culpabilidad y de impotencia; pero me calmé entre sus brazos.
Ese fin de semana había planeado ir a Madrid,a calmarme entre esos otros brazos de los que hoy quiero alejarme. Le pedí que me concediera unos días porque necesitaba estar sola. Trató de llevarme a su terreno, como siempre, convenciéndome con promesas de cariños y arrumacos que me harían superar la depresión. Hoy no siento ningún deseo de hablar con él; no quiero escuchar sus mentiras, sus tontas promesas; no quiero pedirle pequeños favores que siempre acabo pagando yo; no quiero su paternalidad mal fingida, sus amistades. No quiero mi incomodidad junto a él mientras no media esa copa de whisky. No quiero una despedida amarga, un beso en los labios y volveremos a vernos. No quiero llamarlo y, si vuelve a hacerlo él, pretendo pedirle que no nos veamos durante un tiempo. No me atreveré a decir: “nunca más” por lo pueril de la situación, por la estupidez de saber que (conociéndome) quizá el mes que viene me apetezca verlo, porque soy cobarde y prefiero que toda la historia agonice lentamente; que se aburra de mí, de la espera y aburrirme yo de él también. Porque sé que, mientras él no tenga nada que perder, lo volveré a tener entre mis brazos. Que me quede claro, al menos, que, si vuelve, esa espera no habrá sido un respeto hacia mis decisiones. Qué tontería, si ni siquiera estará esperando ansioso mi llamada.
Me marcho, con el rabo entre las piernas, hacia el lugar al que no quería volver; la casa de mis padres. Un paso atrás que no quería dar y que yo tanto critiqué en el comportamiento de alguna amiga. Me marcho porque los últimos pensamientos que rondaron mi cabeza durante estas semanas llegaron a asustarme a mí misma y quedándome sola aquí, sé que llevaría a cabo alguno de todos ellos.
Duele el corazón cuando te lo dejas cerca del final, donde todo empieza